viernes, 5 de enero de 2007

Capítulo X


X

El sabor de las frutas es el que me pone así, no me hagas caso, es como si me estuviera arrancando o algo. No lo se, hasta ahora había pensado que no, que en el fondo todo esto era como un segundo y que después todo podía seguir igual pero que le voy a hacer. No amiga, nada de eso, soy yo la tonta que no sabe decir las cosas bien. Sabes, a veces hasta creo que no se sentir las cosas bien. Por ejemplo con Martín, a veces trato de que el sienta que soy suya pero al tiro me arrepiento, me siento como asfixiada en mi misma. Que se yo, si no es tan fácil, lo mío no es lo que tu crees, no es que juegue con él o con nadie, es que simplemente no me encuentro yo, eso no más.

No se Ana, la verdad es que no nos conocemos tanto pero, cresta, no se muy bien como explicarlo, siento que aunque se que no lo haces de adrede les haces daño, te haces daño, que se yo, no se, contigo me pasa que se me va hasta mi lealtad de genero. Yo siempre creo que son los hombres los que de tontos o cobardes o inmaduros juegan con nosotras y claro, unas las tontas por no salir sin pan ni pedazo nos quedamos ahí en el juego tratando de no perderlo todo, y sabes, a veces funciona, por ejemplo con Pedro, siento que si bien no lo tengo como una entidad completa para mi, he logrado que se abra, que juegue limpio en serio, y eso hace que nuestra relación nos haga bien a ambos, pero entonces te veo a ti, que siempre estas por encima de eso, que pareciera que no te tocan las cosas, que ni siquiera te rozan.

No, Magda, te juro que estas equivocada, si lo mío no es eso. Osea, como tu lo planteas me suena casi a una virtud, pero para nada, lo paso pésimo también porque a veces creo que simplemente no soy capaz de sentir cosas, como explicarlo, más grandes, más fuertes. Sabes que si hay alguien a quien envidio es a la Rosario. No te rías, es cierto. No, no exagero, ojalá exagerara, pero a veces la miro y pienso lo fácil que parece resultarle la vida. Nadie tiene más expectativas sobre ellas de lo que está dispuesta a cumplir y no es que yo no sepa, o al menos intuya que la Rosario es más complicada de lo que aparenta, el loquera igual que tu ¿no?. Osea si es obvio que por dentro le pasan otras cosas, pero su papel le sale tan fácil, tan fácil. La Magda se queda pensativa, y sonríe. Quizá tengas razón, al menos la Rosario no trata de vivir otra vida, viva la suya y punto.

Yo me voy a tomar otro pisco sour, ¿quieres uno?. Ana asiente despacio. La Magda mira a la otra mujer y trata de entender en que lugar puede situarla. Sabe que no son precisamente amigas pero... hay algo en ella que la hace confiar de manera instintiva. Ana parece incapaz de mentir, la caga a cada rato, deja unas escobas de cuento pero, que se yo, lo hace con tal ingenuidad que parece imposible culparla. Ana está como ida, no dice una sola palabra y sus ojos parecen perdidos en el techo de bar.

Vamos a bailar después. La Magda también se había distraído y la propuesta la agarra de improviso. Que hora es? Las 11, sabís que más, sí, vamos a bailar las dos solas, nada de hombres por un rato. La Magda levanta la copa y las dos mujeres brindan haciendo sonar los vidrios. (Las dos ahí sentadas forman un cuadro hermoso, parecen dos amigas del alma, nadie diría que se juntaron para aclarar mutuas y repetidas infidelidades, de parte de Ana, claro...).

Las mujeres salen del lugar muertas de la risa y agotadas. UFFF, la cagó Anita, la cago, te juro que no pensé que lo pudiera pasar tan, tan bien. Estai loco? La Magda enfrenta a un tipo que insiste en obtener su teléfono. Oye compadre, sabís que más, este mundo no está tan cagado por el consumismo, por la droga, por la tontera. Sabís que es lo peor que existe ... los desubicados. El tipo mira a Magdalena humillado pero hace su último intento. Sabís, no se cual es tu tollo cabrita pero yo simplemente lo intenté, nada más. Si bien, bien, o sino, no se, tal vez no era.

Ana que escucha desde un metro más allá estalla en una carcajada. No estoy en el mundo para cumplir con tus expectativas/ no estás en el mundo para cumplir con las mías/ si nos encontramos .... Oye, perdón, cual es tu nombre? Ana le habla al joven con su calma habitual. Felipe... titubea. Osea, haber Felipe, primero la Gestald está pasadita de moda, segundo, la flaca es loquera titulá, osea, creo que esta vez te quedó corto el cuarto año de psicología en La República. El tipo palidece .. de donde me conoces tu ... Ni de pelea de perros, responde Ana. Hay cosas un poquito obvias no más lindo. La Magda se agarra la guata de la risa. No podís ser tan cruel Ana, el pobre quedó traumatizado. No te conocía esa veta irónica. Yo tampoco se ríe Ana. Pero lo ubicabas de alguna parte ¿o no?. Si, fue alumno de mi mamá y una vez fue a dejar un trabajo sobre la gestald a mi casa. Mi vieja le puso un 4 por el esfuerzo, tu cachai.

Las mujeres se meten al auto de la Magda y se siguen riendo por mucho rato. Sabís que no tenía mala pinta el pendejo. A veces me gustaría ser hombre para poder “agarrarme” a un huevón sólo porque está rico. Me agarré a un pendejo de 20 años ... Pero claro, en ese caso la historia sería ... a la Magda se la tiró un pendejo de 20 años. Que huevá, ¿no? Pero si estuviera soltera ... tampoco, ni cagando, que le voy a hacer, no soy así no más.

Magdalena mira el cielo. Puta, que no me escuche la Maquita, si nunca hay que escupir al cielo, pero... bueno, ese es un caso tan, tan distinto.

Ana se queda pensando y deja de reírse. Yo no se, creo que nunca puedo saber muy bien con quien me metería y con quien no. Depende de tantas cosas.

1 comentario:

Nadiezhda dijo...

Depende de tantas cosas...
Ayyy! esto me sigue sabe cada vez más a conocido. Porqué?????
Es que acaso mi vida es tan poco original, qué nuestra generación es tan errática que repite las mismas cosas, que andamos tan perdidos??
por lo menos la generación anterior se la jugó por algo.
Hace una semana estuve en una junta de ex alumnos del aplicaciones que estuvieron en la secundaria en los 80. Estan igual de cagados ahora, pero...no sé, no sé, mi generación me agobia.